Radiografía de la Argentina – Revista Noticias – 2006

Cálida, cordial y profundamente comprometida con sus convicciones, Silvia Bleichmar logra hacer de la reflexión aguda un ejercicio permanente. Interesada por el país, por el otro, intenta ensamblar los fragmentos de la historia reciente que no resultan fáciles de entender ni de digerir.
En su estudio, y custodiada por una biblioteca que conjuga horas de lectura con objetos queridos, Bleichmar hilvana respuestas proteicas e inteligentes. Como en su último libro, “No me hubiera gustado morir en los 90”, las ideas y los pensamientos se plasman en conceptos que transitan la esperanza, la utopía, la nostalgia y la reconstrucción.
Noticias: ¿Cuál es el mejor analgésico para los dolores de nuestra memoria social?
Silvia Bleichmar: Yo no soy partidaria de analgésicos si no se resuelve el mal que produce el dolor, porque se pueden tapar los síntomas que dan cuenta de la gravedad de una enfermedad. El analgésico tiene que ser usado con prudencia en la sociedad y es muy útil cuando ya se conoce la causa. Si no, simplemente se puede postergar el diagnóstico. La memoria tiene una cualidad: uno puede recordar y olvidar, mientras que la rememoración es algo incontrolable que avanza en la cabeza. En la Argentina se produce permanentemente la rememoración, la sensación de que retorna algo anterior no resuelto, como si no termináramos de reponernos. La única analgesia posible es crear condiciones de mayor bienestar moral.
Noticias: ¿A qué se refiere con bienestar moral?
Bleichmar: Me refiero no solamente a la disminución del riesgo físico o psíquico. Hoy, en general, la gente tiene más miedo de envejecer mal que de morir. Una enorme cantidad de argentinos tiene una profunda sensación de orfandad. Hay que cambiar la agenda argentina, hoy centrada en la seguridad y no en la impunidad. Cambiaron las condiciones: el imperativo categórico de la moral se ha transformado en hipotético. Para decirlo fácil: cuando yo era niña mi mamá me decía: “si robás me muero de vergüenza”. Actualmente se le dice a los chicos: “si robás te echan del colegio”. La moral pragmática ha reemplazado a la moral trascendental.
Noticias: A veces, con la memoria, se prefiere hacer un lifting de los malos recuerdos. Cambiarles la cara para verlos distintos…
Bleichmar: Eso es brutal. Además, yo no coincido con la idea de que hay una sola memoria. La memoria tiene una manera de seleccionar los recuerdos y de significarlos. De todas formas, creo que la Argentina se ha vuelto un país más memorioso. Hay una recuperación importante de la memoria en relación con la construcción de la identidad. La identidad es una suerte de residuo de la memoria.
Noticias: Los argentinos ya estamos inmunizados contra varias cosas. Sin embargo, ¿deberíamos vacunarnos contra algo más?
Bleichmar: Primero repasemos el concepto de vacunar: es recibir el mal en pequeñas dosis, para poder inmunizarse frente a los grandes males. Nuestro problema es que nunca recibimos nada en pequeñas dosis. Cuando tenemos inflación, es hiperinflación. Cuando tenemos represión, es terrorismo de Estado con desapariciones. Entonces, no existe la posibilidad de vacunarnos porque todo nos llega en grandes dosis que nos enferman.
Noticias: ¿Cómo si fuera una epidemia?
Bleichmar: Es como una epidemia de supervivencia permanente. Lo grave es que los traumatismos han producido cierta des-sensibilización y hay como una fatiga de lo traumático. Pasan cosas y la gente no logra amalgamar una posición frente a ellas. Se va produciendo por grupos: algunos recuerdan la tragedia de Carmen de Patagones, otros recuerdan lo de Cabezas, otros a María Soledad. Es impresionante ver cómo el país se dispersa hasta en sus duelos y arma cicatrices queloides. Por eso no creo que haya una vacuna para la Argentina. Permanentemente hay situaciones epidémicas que no son endémicas, porque cuando uno piensa que ésa es la enfermedad natural, surge otra cosa inesperada.

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