“Nuestra práctica con los niños del 2000”

Dra. Silvia Bleichmar

APdeBA – Conferencia de Niñez – 3 de mayo de 2006

 

Silvia Bleichmar: ¿Por qué elegí para el título de mi Conferencia “…nuestros niños del 2000”? Porque se trata de plantearnos sobre qué tipo de sujeto va a producirse la operatoria psicoanalítica en los próximos tiempos, y sobre cuál se viene produciendo desde hace ya algunos años.
Hace unos años salió en París un afiche muy interesante; un afiche de debate sobre el tema educacional, en el que se veían un triangulito, cualquier otro paralelepípedo y un circulito; y había tres cuadraditos y decía: “Ocupen sus lugares”. El triangulito y todos los demás tenían rostro, con lo cual era una gran respuesta a la idea de una educación que no podía tener en cuenta las singularidades ni a qué sujeto iba dirigida.
De alguna manera mi gran preocupación con el Psicoanálisis tiene que ver con esto, y sobre todo con algo que es del orden de la dignidad, que es de qué manera el Psicoanálisis se va a presentar en el siglo XXI.
Hay un texto de Derrida -de poco antes de su muerte- muy conmovedor, donde él habla sobre estas cuestiones y dice dos cosas que a mí me han conmovido: una es que el Psicoanálisis no es resistido, se resiste a sí mismo; dice que el Psicoanálisis se resiste a producir los cambios necesarios para poder pensar las nuevas formas de la subjetividad y para desentrañar sus propios impasses. Y lo segundo que dice es que es preocupante que el Psicoanálisis ya dejó de ser desestabilizante para otros campos del conocimiento. Una teoría está vigente cuando puede desestabilizar a otros campos no cuando es desestabilizada por otros campos, si es desestabilizada tiene que ver de qué manera tiene que repensarse para poder ocupar el lugar de desestabilización que corresponde, porque los campos del conocimiento se desestabilizan unos a los otros.
Una de las cosas que a mí me ha preocupado mucho en los últimos tiempos es lo siguiente: no sólo ver producir -algunas veces- formulaciones arcaicas sobre ciertos problemas que enfrentan los niños y jóvenes de la actualidad, sino que no haya respuesta del campo de la cultura ni del campo político; y cuando no hay respuesta es porque no se considera interlocutor válido al que dice las burradas.
De manera que me ha preocupado más la no respuesta que las formulaciones incorrectas que he visto en los diarios o en todos lados. ¿Por qué nadie responde?, porque no se consideran interlocutores, ya se sabe lo que se espera, es como nosotros que no respondemos tampoco algunas cosas.
Entonces me parece que es hora de empezar a pensar qué nos está pasando y desde dónde vamos a plantear las cuestiones. Yo soy muy poco proclive al aggiornamiento psicoanalítico en términos políticos. Creo que no se trata de amoldar al Psicoanálisis a la nueva subjetividad, sino de ver de qué manera las formas distintas de subjetividad pueden hacer entrar en crisis hipótesis intra teóricas del Psicoanálisis.
Esto hace a un método que vengo eligiendo hace tiempo, que es separar -como hacía Spinoza con la Biblia- las verdades permanentes de aquellos elementos históricos obsoletos. Y esta diferenciación entre verdades permanentes (de vigencia) y elementos históricos obsoletos, me parece que es fundamental para poder pensar lo que hoy nos atraviesa.
Yo elegí dos grandes áreas, a partir del tipo de consultas que tenemos, que tienen que ver con los dos grandes problemas a los que me estoy enfrentando en este momento a nivel teórico. Uno que tiene que ver con las nuevas formas de la sexualidad y la incidencia que esto tiene en la infancia. Nosotros hoy tenemos una enorme consulta de niños que hace unos años no recibíamos o que si los recibíamos no le dábamos la trascendencia que tenía, porque hoy estamos sufriendo los efectos de niños que fueron analizados hace 20 o 30 años que han seguido caminos que muestran que los análisis fueron totalmente inocuos para ayudarles a ordenarse u organizarse en muchos aspectos. Entonces, por un lado, todo lo que tiene que ver con la sexualidad que por supuesto tiene que ver con mi nuevo libro –“Paradojas de la sexualidad masculina”– que no solamente intenta plantear algunas hipótesis sobre la sexualidad masculina (que yo creo que es un campo absolutamente descuidado en Psicoanálisis, y en donde en mi opinión los psicoanalistas nos fuimos con la idea de que existiendo el pene real había como una contigüidad que llevaba directamente a la masculinidad).
Y el otro aspecto que me parece importante son las cuestiones relativas a los fracasos de la simbolización, que tienen que ver con la enorme cantidad de consultas sobre aprendizaje que tenemos. El próximo libro de Psicoanálisis que yo tengo en preparación es precisamente sobre pensamiento y simbolización, porque creo que los psicoanalistas no tenemos una teoría de la simbolización; más todavía, lo poco que tenemos ha tenido dos características: una es la teoría de la inhibición como modelo para pensar los fracasos de la inteligencia o del aprendizaje, lo cual da por sentado una teoría espontánea de la evolución intelectual; y otra es ese texto que yo quiero poco que se llamó “Los dos principios del suceder psíquico”, que es un texto en el cual Freud hace una Psicología basada en los desarrollos diferenciales corticales, que realmente le da pié a todo el psicologismo posterior que nosotros vemos desplegarse a partir de la obra de Anna Freud y de los aspectos menos fecundos de la obra (hay algunos que son fecundos y otros que no lo son).
Voy a empezar -entonces- con la cuestión de las formas de la sexualidad, pero voy a partir al revés, voy a partir de lo que encuentro como un impasse que se viene produciendo sobre la base de lo que yo no diría que es una mala lectura de Freud, yo diría que en la obra de Freud hay líneas dominantes y líneas accesorias y que las líneas dominantes han llevado a veces a caminos que yo considero que no son los más adecuados para resolver los problemas; y que líneas accesorias de su obra, leyéndolas atentamente, permiten abrir nuevas cuestiones.
¿A qué me refiero con esto?, sabemos que el texto inaugural de la cuestión de la sexualidad infantil es “Tres Ensayos”. Todavía en “La interpretación de los sueños”, Freud analiza el sueño de las fresas de Anna como un sueño no sexual porque no tiene una teoría de la sexualidad ampliada, entonces la oralidad no la considera un sueño sexual. Después si lo hubiera revisado, habría modificado esto, pero de todos modos “Tres Ensayos” es inaugural. “Tres Ensayos” tiene cosas absolutamente extraordinarias no solamente para su época sino para la actualidad, incluida la forma en que Freud colateralmente en una página muy poco trabajada define la función sexualizante de la madre y el carácter parasitario que tiene la sexualidad de la madre sobre el niño, mucho antes de que vaya definiendo los textos de la sexualidad femenina del ´20 en adelante. De manera que allí hay ideas muy importantes, inclusive las disparidades que plantea posteriormente entre diferencia y diversidad, tomando como diversidad lo que uno podría decir que es del orden del género, los caracteres que hacen a las formas culturales y la diferencia que remite a la diferencia sexual anatómica.
¿Por qué me parece importante relevar estos aspectos?, porque yo creo que uno de los desaciertos que ha tenido nuestra teoría es considerar la identidad sexual como el efecto del desenlace de la elección de objeto. Lo cual ha llevado de alguna manera a borrar con el codo lo que Freud afirma cuando dice que la homosexualidad no es una mente de mujer en un cuerpo de hombre. Pero si uno piensa que la identidad es el desenlace de la elección de objeto, le niega a quien elige un objeto homosexual la identidad sexual a la cual se adscribe.
Si uno piensa esto, entonces no puede entender tampoco lo siguiente -que es lo que a mí más me interesa hoy- durante años se ha confundido el polimorfismo perverso con indiferenciación. El polimorfismo perverso tiene que ver con las pulsiones y con modos de goce de la primera infancia, pero no con la identidad sexual. ¿Qué quiero decir con esto?, que un niño sabe que es hombre o mujer antes de saber qué quiere decir eso sexualmente. Esto tiene que ver con la identidad, con los rasgos de género que se inscriben antes de que se defina la elección de objeto desde el punto de vista homo o heterosexual. La forma con que los niños definen que son hombres o mujeres es muy graciosa -ustedes lo habrán escuchado- yo cuento en mi primer trabajo (que fue mi tesis de doctorado) el caso de un niño de mi familia que decía: “¿Qué te creés que soy mujer para tomar café y fumar?”, porque el padre no lo hacía porque era gastrítico, con lo cual para él fumar y tomar café era cosa de mujeres. Y hay múltiples formas, mi hija decía cuando era chiquita: “Los papás trabajan y las mamás van a las bibliotecas”, cada uno arma la cuestión como se le canta. También me decía: “Mamá, a mí me da mucha vergüenza, ¿por qué no barrés la vereda como otras mamás?”. Le dije “por suerte, querida”, algún día lo vas a entender.
Volviendo a la cuestión de la diversidad y la diferencia, que en Freud está apuntada y sobre la cual ha trabajado Jean Laplanche precisamente para marcar el problema de la propuesta falocéntrica en Freud; de todas maneras me parece que lo importante es que esto nos ha llevado a un enorme impasse en nuestra clínica. Cuando a veces consultaban niños que tenían trastornos de la identidad sexual se los consideraba como que todavía no estaban definidos, y se esperaba a la pubertad para que se definieran. Lo cual era una barbaridad, porque los trastornos precoces de género hoy se marcan ya como inamovibles.
Yo, en este libro, despliego un rico intercambio de correspondencia por e-mail con una niña transexual de provincia que no es mi paciente pero a cuyo analista asesoré; y en sus e-mails es absolutamente extraordinario cómo ella va planteando la cuestión de su transexualismo. A los 3 años ya sabía que era un error de la naturaleza, que era una mente femenina en un cuerpo de hombre; y en ningún momento hubo una renegación de su cualidad masculina respecto a la anatomía, ni una forclusión en el sentido en que se piensa a veces que el trastorno de género es una psicosis o una perversión. En ningún momento apareció ni la renegación ni la forclusión. Lo que está ahí planteado es un sistema de creencias que tiene que ver con cómo cada uno define su identidad de género. Inclusive en el libro van a ver que hay contadas algunas experiencias antropológicas y experiencias de distinto tipo.
Pero lo que me importa marcar para nuestra reunión de hoy es lo siguiente, ni el transexualismo ni el travestismo infantil son retrasos en la maduración sexual. Son caminos que conducen a formas diferentes de organización de la vida psicosexual.
La diferencia entre el travestismo y el transexualismo -que en mi opinión no deben ser confundidos sobre todo en su evolución- es que en el transexualismo hay una convicción respecto a la masculinidad o la feminidad del sujeto más allá de su cuerpo. A tal punto que en algunos casos ni siquiera es necesaria la cirugía. Hay un site de Internet en donde aparece un tipo que es muy musculoso, que anda en camiseta, que se viste como si fuera realmente un tipo heavy, un camionero, casado; y el site se llama: “El hombre con concha”, porque es una mujer que ha asumido la identidad masculina pero decidió no operarse; con lo cual se llama: “El hombre con concha”. Tomen esto como una de las paradojas fenomenales que se están produciendo, y además la cultura establece un sistema de creencias en el cual el sujeto se puede sostener, porque precisamente lo importante de esto es el sistema de creencias de la cultura.
Yo digo: los cristianos embarazan a la mujer de la manera natural que la biología impone o que la ciencia permite, pero al mismo tiempo siguen creyendo en la inmaculada concepción. Es un problema de creencias. Eso no quiere decir que haya ahí una disociación renegatoria, quiere decir que un universo de objetos se aplica a un tipo de categoría, y otro universo se aplica a otra.
Todo esto para marcar que una de las cuestiones que tenemos que empezar a deslindar, para no quedar atrapados por las diferencias planteadas actualmente entre género y sexualidad. Y es precisamente necesario marcar que el problema del Psicoanálisis aborda más que esta bipartición; que nuestra posición es tripartita en tanto existe la sexualidad que no se reduce a la genitalidad; existe la sexualidad que se ordena alrededor de la genitalidad; y existe el género que son las marcas sociológicas con las que la cultura va definiendo los campos con los que se organiza.
La propuesta de relevar el concepto de sexo por el género es una propuesta sociologista, que yo creo que es gravemente atentatoria porque desaparece la sexualidad ampliada en términos psicoanalíticos, y la sexualidad queda reducida -entonces- a la biología y el género queda reducido a lo social, y lo que desaparece es la construcción de la sexualidad en el marco de la cultura, no como algo definido por la sociología sino como algo definido por los modos primarios de instauración de las constelaciones libidinales del sujeto.
Lo que quiero marcar con esto es el modo con el cual la ignorancia deviene prejuicio, para decirlo fácil. Que no es un problema de prejuicio sino un problema de ignorancia, de no redefinir paradigmas intrateóricos.
La segunda cuestión que se liga a esto tiene que ver con el concepto de perversión; el concepto de perversión que tiene tres tiempos. En Freud -claramente- la perversión tiene que ver con el no acceso a la genitalidad, en términos de un sostenimiento de la pulsión parcial y trastrocamiento de las zonas. Esto tiene una parte que yo considero que es válida y una parte que considero que tiene que ser rediscutida.
La parte que considero válida es la que dice que, en la medida en que la pulsión es siempre indiciaria, la relación de objeto queda atravesada por el indicio y no por el posicionamiento subjetivo de la pareja en cuestión, sea homosexual, heterosexual o lo que fuera. Creo que lo interesante de la propuesta freudiana es que plantea que la perversión es una -yo lo definiría en otros términos- es una asubjetivación o una desubjetivación del objeto, en la medida en que la pulsión para mí antecede al objeto y,  -como decía la vieja traducción de López Ballesteros- le importa un rabanito el objeto, con lo cual la pulsión no se preocupa de la relación de objeto y de la subjetividad del otro (la traducción de Amorrortu dice: “paramientes en el objeto”). En esos términos yo diría que es absolutamente válido conservar el concepto de perversión.
Hay un segundo tiempo que está planteado por Melanie Klein -un segundo tiempo teórico, no un segundo tiempo en la constitución subjetiva- donde cada estructura aparece como defensa frente a las estructuras anteriores, y en particular la perversión aparece como una defensa frente a la psicosis, lo cual es muy interesante; es muy interesante porque es cierto que cuando la libido se ubica alrededor de un punto de focalización evita la desintegración psíquica. Y en ese sentido, entonces, es tan cierto como tautológico, porque cada estructura es siempre defensiva de la anterior; y al mismo tiempo de lo que se trata no es de considerar que la anterior es la verdadera subyacente, sino que la anterior es la superada por esta forma, pero que en algunos casos cuando desorganizamos las formas de organización que adquirió espontáneamente el aparato, puede ir a sus formas desestructuradas. Por eso el tema de la famosa curación de la perversión no es un problema ideológico sino que tiene que ver con que, ni ebrio ni dormido, el sujeto se va a dejar atravesar por aquello que lo desestructura, salvo que la vida misma lo lleve a esa desestructuración.
Esto aprovecho a plantearlo también en relación a la constitución del género o de la identidad sexual. Quiero decir que una vez que se ha constituido la identidad sexual, que no es una defensa frente a la homosexualidad, que no tiene nada que ver con eso porque no es un desenlace de la elección de objeto sino anterior a la elección de objeto, las marcas que se inscriben en el Yo, el sujeto las va a sostener de cualquier manera porque son las que lo articulan. El Yo no es solamente la representación de una superficie sino un conjunto de enunciados constitutivos; quién se es y qué se es se instala en el Yo, no se instala en el Superyo. Que soy mujer o que soy hombre o que soy algo, está inscripto en el Yo. El Superyo en todo caso dice de qué manera lo ejerzo, pero no lo que soy.
Con lo cual acá tenemos un problema que es la concepción del Yo que arrastramos, que es una concepción -la más avanzada de ellas- que es la de Freud en “El Yo y el Ello”, producto de identificación o de “Introducción al narcisismo”, no deja de ser una imagen, que es lo que sostuvo Lacan en última instancia. Que es cierto que es una imagen articuladora, pero fundamentalmente es un conjunto de enunciados. La imagen en sí misma -ustedes saben- Lacan la sacó de Wallon esta idea, pero lo que más me importa es que si nosotros no resituamos la problemática del Yo en el plano de los enunciados, nunca vamos a entender cómo se arma y cómo se desarma sobre todo en situaciones de desubjetivación, que es lo que estamos viviendo hoy.
Tercera teoría, que es la teoría acerca de la diferencia en Lacan, que lleva a considerar toda alteridad como alteridad definida por la diferencia anatómica. Y en la medida en que la alteridad es definida por la diferencia anatómica, todo aquello que no sea del orden de la diferencia anatómica queda capturado bajo la idea de un narcisismo, que además tiene características perversas. Con lo cual la perversión aparece como el rehusamiento a la castración.
Para revisar esto no alcanza con discutir el concepto de castración en términos históricos, es necesario reubicar lo siguiente (y a eso voy): al problema de la castración que si nosotros no lo reubicamos perdemos la posibilidad de conservar un paradigma central de la teoría. Pero que no puede quedar anudada, simplemente, a la diferencia sexual anatómica.
Yo creo que el gran hallazgo de Lacan es haber descubierto el carácter ontológico de la castración como falta; vale decir el descubrimiento en cada sujeto de su propia incompletud. El problema es que esto quedó después anudado a la diferencia anatómica, con lo cual en la práctica fue considerado como castración aquello que tenía que ver con la diferencia anatómica y no aquello que tenía que ver con la falta ontológica.
En ese sentido Melanie Klein, con su envidia al pecho, está más del lado del reconocimiento de la falta ontológica, porque lo que está planteando es que cada uno reconoce la alteridad a partir de lo que no tiene.
La virtud enorme del texto lacaniano es haber planteado que la salida del narcisismo primario transcurre por este reconocimiento.
Pero al mismo tiempo, ¿a qué nos ha llevado esto? A una visión fácil -digamos- de la ubicación triangulada del Edipo. ¿Por qué?, porque si nosotros seguimos hoy sosteniendo la idea de que el Edipo es lo que a un niño le pasa con el papá o con la mamá estamos sonados, porque ¿de quién siente celos un niño, del papá o del hombre que duerme con la mamá?, a esta altura… como decía un amiguito de mi nieto: “Pobre Fulano, ¿qué querés?, ¡tiene sólo 6 abuelos!”. En mi época te dabas por servido si tenías 3 porque uno se había muerto, pero ahora con 4 no alcanza; en general se necesitan muchos abuelos. Pero tiene que ver con una forma de concebir la familia que no tiene nada que ver con la familia extensa anterior, que tiene que ver con nuevas formas de la familia donde -además- increíblemente lo biológico empieza a ocupar un lugar secundario, igual que en la antigua Roma; donde lo que la define son las relaciones de filiación y no de alianza.
¿Por qué me parece importante esto?, porque si nosotros seguimos sosteniendo la idea estructuralista de las funciones: madre y padre, no podemos hacerlo sin quebrar el monismo estructuralista en el cual cada uno de los términos es homogéneo. Entonces la madre es narcisista y el padre es ley. Y el padre es sujeto de inconciente, la madre es sujeto de inconciente, y esto ha producido un enorme error en nuestra práctica cuando se ha pretendido introducir, a veces, al padre -que en algunos casos era un padre perverso- creyendo que la madre fálica rechazaba al padre perverso. Cuando de lo que se trata es de volver a definir los articuladores de instauración de legalidades y de organización deseante.
Hace un tiempo una señora, paciente mía, tenía en ese momento una hija de 17 años, y el padre se había metido con una piba de 18 -prácticamente- después de divorciarse. Con lo cual el analista de la hija les proponía tener entrevistas de padres.
Y yo dije: pero acá el problema no es la entrevista de la mamá y el papá, acá es por dónde circula el deseo del padre. Acá el problema es el fantasma incestuoso que se articula, no si la mamá y el papá se pelean respecto a la hija. Ese es el psicologismo introducido en Psicoanálisis que hace que se pierdan de vista por dónde circulan los circuitos deseantes realmente. De manera que la idea de parentalidad desligada de la circulación deseante, ha sido una de las improntas -digamos- también estructuralistas en Psicoanálisis.
Pero, ¿a qué nos ha conducido esto con los niños, o cuál es la traba que nos plantea esto?, no hay nada más patético que una declaración que leí el otro día de un colega que decía en el diario, que todo bien con la adopción homosexual siempre que se respeten los roles. Uno tiene que hacer de mamá y el otro tiene que hacer de papá… ¡Es extraordinario esto! Más todavía, ustedes saben que estadísticamente ya las observaciones longitudinales plantean que no hay mayor patología en los chicos adoptivos de parejas homosexuales o engendrados de parejas homosexuales.
Entonces acá yo quiero redefinir dos cuestiones: una que tiene que ver con el concepto de Edipo y que se liga a la cuestión de la perversión. Nosotros no podemos seguir contando el cuento del Edipo… no es que no lo podamos seguir contando, además de que ya es patético que lo hagamos… la otra vez una de mis nietas iba en un taxi con la madre -tenía 3 años en esa época- y le dice al taxista: “Me compré una bikini negra para ir a la pileta”. Y el taxista le dice: “¡Qué lindo!”. “Sí, para ir con Hernán” le dice ella. Entonces el taxista le pregunta: “¿Hernán es tu novio?”, y mi hija le dice: “No, es el mío”. Entonces el taxista dice: “Esta nena tiene un Edipo mal resuelto”.
Yo lo cuento siempre porque cuando los psicoanalistas dicen con tono solemne lo que los taxistas dicen de manera divertida, algo está mal; algo está mal y quedamos ridículos francamente; y entonces la gente nos mira como viejos ridículos y patéticos no que nos quedamos en el ´45, nos quedamos en 1895.
Entonces me parece que el problema no está ahí sino en la fecundidad del concepto de Edipo. ¿Qué quiere decir la fecundidad?, lo que Freud descubre centralmente -en mi opinión- es la prohibición del goce intergeneracional. Este es el tema central para mí: la prohibición del goce intergeneracional, que después se lo vea como yendo del niño al adulto tiene que ver con el endogenismo freudiano que le es necesario para fundar el concepto de inconciente.
Que Lacan lo haga invertido y lo planteé como la forma reflejo invertida con la cual el niño se emplaza frente al deseo del adulto o la forma en que retorna, es otra cuestión. Pero acá me parece que lo central es redefinir el Edipo en los términos en que yo lo formulo: el modo con el cual cada cultura acota la apropiación del cuerpo del niño como lugar del goce del adulto. Creo que esto es lo que define el Edipo: la forma en que cada cultura acota; por eso el tema de “las lolitas” en nuestra cultura no es un tema menor, porque lo que está planteando es la transgresión intergeneracional.
Entonces lo que está planteado acá es una forma de la cultura donde el otro no existe subjetivamente, es decir no existe como cuerpo de goce; que es el gran problema hoy del turismo paidófilo también, y de todo lo que sabemos que está ocurriendo.
Si nosotros planteamos una redefinición de esto, la perversión aparece mucho más clara, porque la perversión es el empleo del cuerpo del otro y no necesariamente bajo los modos de zonas erógenas incorrectamente emplazadas, puede darse esto en una pareja heterosexual. Lo que importa es la desubjetivación del otro en términos de goce. Esto es lo que Melanie Klein llamó seudo-genitalidad, que tenía que ver con relaciones aparentemente genitales pero donde lo que había era una instrumentación parcial y un desahogo pulsional. Y muy inteligentemente ella lo llamó seudo-genitalidad en una época en la cual, bajo la hegemonía de la idea de la genitalidad como normalidad reproductiva, Freud había instalado la reunificación de las pulsiones parciales en la pulsión total, como genitalidad.
De manera que esta es una cuestión que me parece central en nuestra práctica, y que permite además entender las formas con las que se articula la alteridad en el niño y ciertos fantasmas. Vamos a hablar francamente, hoy en general no encontramos niñas de más de 4 años que quieran tener un pene. Más todavía, lo que he encontrado en pacientes adultas es que lo que envidian en el marido -a veces- es la capacidad reproductiva; que yo lo quiera reducir esto a la potencia fálica, es una simplificación absoluta porque es perder todas las mediaciones, y es producir -entonces- un abaratamiento de las nociones de conflicto.
Más allá de que pueda estar ligada la envidia a la potencia, pero no del hombre; puede ser la potencia de la madre, tiene que ver con lo pasivo y lo activo, no tiene que ver con la presencia o ausencia del pene.
He visto en parejas de mujeres homosexuales la misma envidia; a una paciente mía su pareja le vació la caja fuerte -eran socias- hizo exactamente igual que algunas mujeres respecto a los maridos o algunos maridos respecto a las mujeres, con las cuentas bancarias. Entonces acá lo que interesa es el significante fálico y no la presencia o la ausencia del pene real.
La pregunta es si se tiene que seguir llamando significante fálico o no; el átomo se llama átomo y no es la unidad más pequeña de la materia, hoy sabemos que el átomo es divisible y que está compuesto por otros elementos. Tenemos que debatir si lo seguimos llamando así en función de la teoría que lo acuñó, sabiendo que estamos hablando de un paradigma y no de una realidad. Esta es la cuestión que los analistas tenemos que discutir hoy.
Respecto -entonces- a estas dos cuestiones yo pienso que nosotros las tenemos que reubicar; en primer lugar tenemos que redefinir los tiempos de la constitución psicosexual en relación a los momentos estructurantes del género, el sexo, la sexualidad ampliada, el género que coexiste con la sexualidad ampliada -porque esto es lo interesante- la determinación de la identidad sexual se produce en el momento en que todavía el niño es un perverso polimorfo, para usar la terminología freudiana. El niño sabe que es niño o niña antes de controlar esfínteres, la identidad de género se inscribe antes y coexiste con el llamado polimorfismo perverso y la pulsión parcial. O como el Yo coexiste con los elementos que sobreviven en toda una primera etapa de la vida, y que no tiene todavía el carácter de represión de la pulsión parcial sino parcialmente -por decirlo de esta manera- va luego a estructurarse.
Con lo cual esto es muy importante para ir definiendo los tiempos de trabajo y las determinaciones, por supuesto -además- acá viene otra cuestión y es si la propuesta parental que inscribe los elementos identitarios, es asumida por el sujeto como etapa metabólicamente o no. Y así como no se puede decir que alguien que se convierte del judaísmo al cristianismo, es porque “en el fondo los padres querían que fuera cristiano”, es impensable plantear que los padres de un chico transexual lo que querían era una nena o un nene.
Yo que he trabajado con estos padres sé que no es así, lo que se producen son formas metabólicas restitutivas, en algunos casos restitutivas de fallas primarias en la constitución del Yo piel, que logra mediante la inversión en el otro aquello que no logra como identificación. Esto yo lo desarrollo, pero no lo tomo como que en todos los casos es así; quiero aclarar, creo que hay que salir de la unicausalidad de las estructuras y hay que entender en cada caso qué es lo que lo produce. Yo creo que la unicausalidad de las estructuras además de ser gravemente perjudicial para nuestra práctica, es gravemente perjudicial para nosotros mismos que terminamos aburridísimos después de unos años de práctica si ya no hay descubrimiento. Yo digo que cuando los analistas se divierten más afuera que adentro del consultorio, algo está mal -algo está mal- porque la práctica tiene que ser un lugar de descubrimiento.
Me tomo un ratito para lo de la simbolización y dejo esto para el debate.
Respecto al problema de la simbolización, en un tiempo va a estar el libro sobre la simbolización -lo que pasa es que me salió muy extenso y tengo que ver qué hago- pero el tema más importante para mí es diferenciar entre los trastornos de aprendizaje y los fracasos de la producción de inteligencia.
Yo empecé a pensar esta cuestión de la inteligencia desde los comienzos de mi trabajo teórico, sobre la base de la diferenciación entre procesos primarios y secundarios; organización de los procesos secundarios; la función del Yo…
Esto me ha permitido -si ustedes quieren- redefinir una serie de paradigmas en relación a la construcción de la inteligencia desde el ángulo psicoanalítico. No se trata solamente que la inteligencia despliegue sus funciones, sino de hacer con la inteligencia lo que Freud hizo con la sexualidad; hacer estallar la inteligencia natural para que se constituya la inteligencia humana.
Y esto es clarísimo porque la representación pulsional antecede a la relación con el objeto, con lo cual el sujeto inteligente no se constituye cognitivamente; este es el primer problema.
¿Qué quiero decir con esto?, quiero decir que el concepto de alucinación primitiva plantea la predominancia de la imaginación radical sobre la relación a lo real. Y esto nos hace caer el concepto de principio de realidad como concepto dual, que tiene que ver con una epistemología cognitiva muy simple de la época de Freud donde lo real en sí mismo se aprehendía y todo el siglo XX se dedica a plantear el carácter terciario del conocimiento, y del lenguaje, y de todo. Quiero decir con esto que es imposible la aprehensión del objeto sin los límites mismos que el lenguaje impone y la organización.
El problema es si el estructuralismo resuelve la cuestión con la primacía significante, o deja afuera todas las formas de representación que no son lenguajeras. Por eso yo trabajo más sobre la semiótica de Peirce que sobre la lingüística de Saussure en este momento, porque me interesan mucho más las distintas formas del signo que el signo lingüístico, que en última instancia el signo lingüístico es el que nos permite hacer la práctica clásica del Psicoanálisis, porque es el que uno trabaja cuando trabaja con la represión secundaria; y no cuando se encuentra con los fracasos de la represión primaria, o con un no constituido, o con los restos de lo traumático que no son precisamente formulables en términos de verbalización aunque son inscripciones y representaciones.
Primera cuestión -entonces- cómo se construye la inteligencia y la función que ocupa el desmantelamiento de la inteligencia natural y el carácter desadaptado en Psicoanálisis de los comienzos de la inteligencia. Hay una teoría mucho más interesante en “El Proyecto” que en “Los dos principios”, porque “El Proyecto” es precisamente el texto donde si uno se sale de la hojarasca, de lo complejo… no de lo complejo, de la complicación; porque el problema no está en lo complejo, está en la complicación. Que Freud está tratando de encontrar un lenguaje neurológico para una serie de fenómenos y oscila todo el tiempo, y algunas hipótesis son valiosísimas y otras… si a alguien le interesa que las estudie, a mí no me sirven para nada; lo digo francamente, y entonces yo trabajo sobre las hipótesis que considero fecundas, y algún día alguien encontrará otras cosas.
Pero -digamos- que el concepto central ahí es que la alucinación no es en sí misma una producción endopsíquica, sino el efecto de un residuo metabólico de lo real inscripto.
Esto está muy cerca de la teoría de la fantasía, de la primera teoría de la fantasía, no de la fantasía como endógena. Con lo cual lo que uno encuentra no es la irrealidad del inconciente sino su realismo, efecto de inscripciones metabólicas. Lo cual nos lleva a entender de una manera diferente el plano de la fantasía, y no oponer fantasía y realidad sino a trabajar la fantasía como recomposición de lo real. Que es muy diferente y no le produce robo de pensamiento al paciente.
No sé si se dan cuenta que la contraposición entre realidad y fantasía, produce robo de pensamiento; porque lo que uno le dice al paciente es que lo que él trae son fantasías y que hay otra realidad detrás.
No, en la fantasía que él trae, como en el recuerdo encubridor, hay realidad. Pero esa realidad no es la realidad gnoseonal sino la realidad de lo inscripto, lo que tiene que ver con lo que Freud llama: materialidad psíquica o realidad psíquica, que es ajeno a la conciencia.
Con lo cual la primera cuestión que yo trabajo -y esto para que entiendan para qué sirve toda esta diletancia que les cuento de la teoría- es que yo defino si hay psiquismo o no hay psiquismo por el autoerotismo. El autoerotismo es la marca de la alteración de la evolución natural, que llevaría a la inteligencia estúpidamente animal en un ser humano. Con lo cual el autoerotismo, las mañas del niño, son lo que marcan su humanización.
Este autoerotismo lo que marca es que hay representaciones que ya no coinciden con la autoconservación; estas representaciones que ya no coinciden con la autoconservación son los átomos de toda simbolización posible. Son briznas ya de lo real, pero inscriptas y reformuladas; si ustedes quieren más cercano al paradigma de Piera Aulagnier de autoengendramiento; pero este autoengendramiento no está dado porque el psiquismo lo engendre sino porque el psiquismo procesa realidad material que transforma en realidad psíquica.
Esto me lleva a mí a trabajar de manera distinta la función del traumatismo en la constitución psíquica, no como algo que viene a perturbar el orden natural sino como algo que viene a constituir una génesis, y la génesis está pensada entonces por après coup y no pensada linealmente. Quiero decir que la génesis es la forma con la que yo reconstruyo un sistema de recorridos, y no algo que estaba dado previamente.
Ahí retomo el concepto de génesis en términos históricos y no en términos de preformado.
En este sentido -entonces- lo que yo evalúo como analista es si están constituidos los sistemas psíquicos y están ordenados, y si hay intención comunicante para que pueda producirse la inteligencia. En última instancia cuando digo intención comunicante, quiero decir capacidad de transmitir y de recibir mensajes; precisamente el llanto en sí mismo no es un mensaje más que porque el otro humano lo constituye un mensaje.
Toda la pedagogía negra alemana reaparece ahora en la pedagogía negra norteamericana, con estas formas de que no hay que contestarle al llanto del bebé -no sé si se han enterado- cosas realmente patológicas muy vinculadas al modelo de decadencia imperial, donde el niño es considerado no un productor creativo en el mundo sino alguien que hay que disciplinar, y para disciplinarlo está toda esta pedagogía negra de Barton White y de otros expertos, que entre otras cosas, proponen dejarlo llorar y todo lo demás, con lo cual lo que se plantea ahí es la anulación de la categoría de mensaje. Cuando tengan 3000 en lugar de 100 asesinos seriales por día, se van a preguntar qué hicieron.
Volviendo a los trastornos de aprendizaje, yo lo primero que busco es la manera en que está funcionando el aparato psíquico y si hay condiciones para aprender o no. Mandar un chico a Fonoaudiología cuando no tiene deseo de comunicarse es patético, porque se pierde la posibilidad que después lo pueda hacer una vez que se llenó ese aspecto estructural.
Yo recuerdo hace años con Jean Louis Lang en una supervisión que le pedí en París para un paciente psicótico que atendí en México, le pregunté: “¿Lo mando a Fonoaudiología?”. Y me dijo: “No Silvia, porque ya apareció la comunicación, pero es un momento de establecer la transferencia. Con lo cual mandarlo a hacer otro tratamiento en este momento es producir una desintegración del campo transferencial”.
Esto puede ser muy interesante y hay que ver cómo se mide, por el contrario en un chico que yo tomé y que venía con tratamientos cognitivos desde hacía dos años, que habían producido un aprendizaje de la función pero no una significación de lo aprendido, yo decidí que se mantenga en estos tratamientos porque él los consideraba como si fueran la escuela. No ha establecido un campo de transferencia, el campo de transferencia lo tiene conmigo. Con lo cual yo he decidido que siga en ese proceso, pero lo que he tratado es de disminuir los efectos del adiestramiento, que es el gran problema del adiestramiento cognitivo que mata el gesto espontáneo, como diría Winnicott, que es la muerte de la inteligencia.
Nuestro debate con esas cosas tiene que ser a partir de premisas muy claras, no de discusiones de mercado o de campo. Pero tenemos que trabajar estas cuestiones, por qué yo estoy en contra de los tratamientos reeducativos cognitivos en el autismo; salvo que el chico tenga 12 años, no controle esfínteres, ya sea irrecuperable y no se pueda convivir con él. Y ahí entonces yo tengo que tener la idea de bueno, “hagan lo que puedan”.
Yo me acuerdo un señor que me vino a ver en Méjico con un chico de 10 años autista, lo había tenido encerrado en un cuarto toda la vida, y ahora se quería casar y quería que se integrara. Le dije: “Mándelo a la Clínica Ortogénica -en esa época vivía a Bettelheim- por ahí pueden hacer algo”.
Me dice: “Doctora, ¿y si hace 5 sesiones?”. “Ni 5 ni 10”, le dije. Un tratamiento ambulatorio en un chico autista de 10, 12 años no puede producir… con un autismo tan grave, con deterioro…
Quiero decir que tengo mis límites, mi teoría y mi práctica tienen sus límites.
Pero volviendo a esto -entonces- lo primero que tengo que ver es cómo funciona el aparato psíquico. El segundo paso es ver si el aparato psíquico está constituido, si hay trastornos de aprendizaje; si estos trastornos de aprendizaje son el efecto de un déficit en la organización de las instancias ideales, por ejemplo un chico que no puede establecer transferencia puede tener problemas de aprendizaje; no establece transferencia con la maestra.
Sí aprenden ahora de la computadora, pero este es un conocimiento muy particular el que aprenden de la computadora, porque es un conocimiento desprendido de la función social del conocimiento. Con lo cual en la escuela no les va bien.
O -por ejemplo- en algunos casos me he encontrado con algunos chicos muy inteligentes que no aceptan que 2 + 2 es 4, que le expliquen por qué. Y es verdad que un matemático sabe, pero todos nosotros no sabemos y creemos; porque el problema es que la función de transferencia nos permite creer en el discurso del otro atravesado por nuestra propia racionalidad. Pero la cuestión central está en que pasa como con la vida, un organismo que tuviera que aprender a vivir por ensayo y error, se moriría al primer error; con lo cual uno tiene que creer en la palabra del otro. El niño que no mete las manos en los enchufes no lo hace porque se electrocutó alguna vez, sino porque le cree al adulto que le dice: “te vas a morir”.
Entonces la función de la transferencia se establece precozmente respecto del conocimiento del otro como referente. El antecedente -si ustedes quieren- del conocimiento, está en el otro humano.
En ese sentido -entonces- acá hay algo que puede no instalarse o que puede fracturarse, y entonces yo tengo que ver si no están instaladas las instancias ideales. En otros casos, en patologías a veces muy graves, me he encontrado con que está estructurado el proceso secundario pero el Yo no está organizando el campo de fuerzas que permite la ligazón del conocimiento.
¿Qué quiere decir esto?, esto pasa mucho en los autismos donde hay mucho placer en repetir o en adquirir a través de la computadora, pero también pasa en algunas patologías muy graves paranoides o -como decían los kleinianos- esquizoides graves, que aprenden pero que no tienen constituida la significación de esto. Con lo cual mi preocupación es si el Yo está instalado en términos de organización libidinal ligadora, o se va a desestructurar en pocos años.
El tema -entonces- de las formas de la intervención va planteando un conocimiento de la estructura psíquica, y un deslinde entre los determinantes -si ustedes quieren- edípicos primarios, y la forma con la cual se ha organizado el niño respecto a ellos.
La causalidad no se puede buscar en el otro, la causalidad psíquica en Freud es intrapsíquica, uno puede encontrar en el otro la causalidad de que algo no se instale; y ahí corresponde entonces a veces hacer tratamientos de binomio.
Uno de los últimos lujos que me estoy dando -porque no lo iba a tomar porque el esfuerzo físico es enorme- es atender un chico de 5 años, que es un tractor, y es un chico con una perturbación severa. Pero el día que vino la madre a la devolución y yo lo iba a derivar, me dijo que él le había preguntado si iba a ver a la doctora Silvia, que es la que hace que los niños sean más felices… Y yo casi me desmayo y más bien que lo tomé… lo tomé, y era muy gracioso porque una de las razones por las que lo tomé, es porque un día le dijo a la madre -hablando muy de adentro y con un tono muy raro- “estoy solo”, y yo me di cuenta que él estaba en el fondo de todo esto. Entonces las primeras sesiones yo le abría algo que le decía: “¿Estás ahí?”, y él le decía: “¡Salí, Salí!”… (corte, fin lado A)

Comienzo lado B

Silvia Bleichmar: El instinto está muchísimo más comunicado, por ejemplo ayer vino con un hermano que él adora, ¿pero qué pasó?, le dije a la madre que entre, que entre… en una patología grave el hermano vino y entraron los dos -con el hermano mayor- y el hermano cada vez que yo le decía algo a él y él no me daba bola o no me entendía, me respondía.
Con lo cual este chico no sólo tiene una apropiación primaria -es mellizo además- sino que sus hermanos han vicariado la función de una madre apropiadora, ¡por amor, porque lo adoran realmente y porque no soportan los tiempos de él!
Entonces salimos y le dije a la madre: “Mire, este problema es del hermano también, vamos a ver cómo lo regulamos”, pero fue muy interesante.
Pero acá entonces no se trata de que yo lo voy a curar a él atendiendo al hermano para que no se meta, sino que esto me sirvió para entender la forma con la cual se vicariaban ciertas funciones, modificarlas en la casa, e ir trabajando sobre los efectos intrapsíquicos.
Lo que estoy planteando respecto a los trastornos de aprendizaje -y con esto paro- es lo siguiente:
Primera cuestión, diferenciar entre trastorno de aprendizaje y trastorno de inteligencia.
Segunda cuestión, una vez que uno ha modificado las formas de la comunicación, del deseo de aprender o de hablar, es necesaria la acción específica de alguien que trabaje saturación de estructuras que quedaron sin resolver. En niños que han tenido algunas veces problemas severos para la incorporación de conocimientos, por las razones que fueran -digo desde el punto de vista libidinal- una vez que estas razones se resuelven es necesaria a veces después de un tiempo una evaluación psicopedagógica para ver qué estructuras quedaron sin llenar, y para ver de esta manera qué es lo que hay que trabajar.
Cuando decía lo de 2 + 2 es 4, es muy gracioso porque yo atendía dos cuestiones que me parecieron muy interesantes. Una era un chico con problemas con la Matemática que no aceptaba la irracionalidad de la Matemática, porque la racionalidad de la Matemática es irracional para nosotros; con lo cual él tenía que aplicar lo que se le enseña y creerlo. Y el tipo no, “¿por qué 2 + 2 es 4?”, algo así como: “¿Por qué no me puedo acostar con mi mamá?”. Este es todo un tema que yo trabajo con los padres, con el exceso -a veces- de explicación; el padre de un paciente mío, cuando una vez él le dijo: “¿Por qué no me puedo casar con mamá?”, le respondió: “Porque yo llegué antes”. ¡Miren qué explicación!
Entonces yo siempre bromeo con esto y digo que uno no le puede decir a un chico que no puede casarse con la hermana porque no tendría un cuñado para ir a pescar, como decía Levi-Strauss. “Me voy a casar con mi papá”. “No, porque cuando seas grande ya va a estar viejo”.
Uno le dice: “No te podés casar con tu hermana porque con las hermanas uno no se casa”. Punto. Hay algo en la ley que adquiere allí un límite.
Volviendo a esta cuestión de los trastornos de aprendizaje y los trastornos de inteligencia o los problemas de aprendizaje, ahí es donde hay que definir qué es lo que está jugándose.
Les voy a contar un caso muy breve de algo maravilloso que me pasó el año pasado en España, con una niñita china adoptada por una colega de Murcia. Fue fantástico porque es una gente maravillosa que han adoptado una niña mejicana y una niña china, con lo cual no hay problema con respecto a los orígenes: no es que hay que disimular. Más, la madre dice: “¿Quién se llevó a la mexicanita más linda de México?”. “Yo”. Es fantástico porque está manejado así, y muy bien. Inclusive la nenita mexicana es muy mexicana y cuando en Murcia le dicen si ella es extranjera, dice: “No, yo soy española”, y asume toda una identidad española.
Pero la chinita que es divina -divina- y yo la vi al año y 9 meses, más o menos, casi 2 años. Ustedes saben que los chinos sólo dan niñas y además se hace así: va un grupo de matrimonios a un lugar donde le entregan a las niñas, ellos no van al lugar donde las niñas se criaron, van a una especie de hotel y van a una institución. Entonces van 15 matrimonios españoles juntos y adoptan 15 niñas chinas; de un año y pico en general, no recién nacidas.
Esta gente había adoptado a esta niña y se había angustiado mucho porque cuando se la dieron prácticamente hizo un marasmo con lo cual no quería comer, y entonces me contaron que fue tal la desesperación y la angustia que al final lograron ir al Centro donde nació, el director los recibió, les dijeron que era una niña bárbara, inteligente (ellos no dan niños con problemas, los chequean muy bien) y que era una niña muy bien y muy inteligente. Y había una nurse que lloraba mucho, con lo cual la hipótesis que yo me hice fue que esta niña había perdido ese objeto. Pero para hacer un marasmo no sólo había perdido este objeto, sino que este objeto había significado una pérdida anterior.
Con lo cual lo primero que hice fue desculpabilizar a los padres respecto a que no era que no los aceptaba a ellos, sino que había habido dos situaciones traumáticas. Y uno de los problemas tenía que ver con el lenguaje, y yo les dije: “Pero acá el problema es fonemático. Entre la lengua en la que le hablaron hasta el año y medio, y la lengua en la que ustedes le hablan hay un profundo rechazo que es como un marasmo psíquico. Con lo cual yo no les propongo a ustedes que estudien chino, pero sí que tengan en cuenta que el problema del lenguaje está dado por un rechazo y una adherencia a la lengua materna”.
Al revés de un chico adoptivo en la clase alta argentina, que aprendía mejor inglés que castellano porque tenía rechazo a la lengua materna que era la lengua de la madre adoptiva que lo criaba desde que nació; con lo cual aprendía más fácil el inglés que el castellano y tenía muchos más problemas con el castellano. Hablaba perfectamente, digo en la gramática y todo, pero con el inglés no tenía ningún problema, con el castellano era un desastre porque tenía un rechazo a la lengua materna.
En cambio en este caso lo que había era un rechazo a la lengua de adopción.
Ha hecho muy buena evolución, está mucho mejor esta niña, pero fue muy interesante poder desentrañar los elementos que obstaculizaban el avance en ese momento, y a demás permitir a los padres que salieran de un abrochamiento -como diría Dolto- de una simbolización patológica que los llevaba a pensar que ellos eran los culpables del marasmo de la niña, y no que había una doble pérdida que era lo que había producido eso y sobre todo el tema del lenguaje. Cada vez que le hablaban en castellano esta niña marcaba la ausencia del objeto primario, porque entre el objeto materno primario y el objeto adoptante primario de la nurse hay contigüidad; y no es cualquier lengua, no es pasar del castellano al francés o al inglés, los fonemas son absolutamente diferentes.
Y un caso que tuve hace años de una niña criada en Israel que fue a vivir a Sudáfrica y que hizo una sordera psíquica -yo la llamaba- que era que se cerró a todos los estímulos del medio, y el trastorno de aprendizaje estuvo dado por una impermeabilidad de la membrana psíquica. Con lo cual cuando la madre me dijo un día: “Yo la ayudo a hacer la tarea”, le dije: “No la ayudes a hacer la tarea, ayúdala a salir al mundo: vayan a pasear, charlen, vayan a tomar el té porque ella está encapsulada”… y así como los chicos sordos no escuchan lo que se dice en la mesa, con lo cual tienen limitada su posibilidad y por eso es tan importante que las familias de sordos aprendan el lenguaje gestual para que el chico no quede excluido, esta niña había quedado excluida del lenguaje familiar porque se había cerrado, había rigidizado la membrana paraexcitación. Con lo cual lo que yo planteé como estrategia era que la sacaran de todo tratamiento psicopedagógico y que empezáramos un proceso de deconstrucción de las defensas extremas.
Varios casos he visto ya de chicos donde se rigidiza la membrana y entonces lo que hay es una suerte de sordera psíquica; entonces no es solamente que no aprenden sino que no les gusta viajar, no les gusta ir a otros lados, y no son una psicosis.
Todo esto para plantear la diferencia entre problemas de aprendizaje y problemas de inteligencia, y para cerrar un poco y permitir nuestro diálogo.

Intervención: Tuvimos una exposición más que rica, yo te dejaba seguir más allá de nuestro tiempo porque pensaba que resultaba más que interesante. A ver transferencia y comunicación cómo anda.

Intervención: Yo te quería preguntar algo que también me pasó muy rápido y me quedé un poco en eso. Vos decías que el autoerotismo es fundante de la constitución del psiquismo y de lo humano. Yo pensaba en los primates, en los primates también hay autoerotismo, ¿o no?

Silvia Bleichmar: Es una pregunta el autoerotismo que encontrás en los primates. Por ejemplo las famosas experiencias de la mona alambre marcaban que la relación al otro, aún en los primates, marca el surgimiento de estos aspectos del autoerotismo, ¿verdad?
El tema es si toma el mismo camino que toma en el ser humano, y de qué manera se produce esto; si esto es una inscripción simplemente en el cuerpo, porque lo interesante del autoerotismo humano es que va acompañado de una representación fantasmática que no es simplemente algo en el cuerpo.
Por eso la idea de concepto límite en Freud, si bien tiene la limitación de un paralelismo psicofísico y un adherencia al fisicalismo, al mismo tiempo lo que está marcando es que no hay posibilidad de inscripción sin placer de órgano; pero que el placer de órgano se relaciona con un fantasma o con una fantasía, para seguir la terminología de aquella época.
Entonces me parece que lo interesante es que el autoerotismo te va planteando que el sujeto no está reducido a la autoconservación. Esto es lo más importante, por ejemplo ustedes se acuerdan de esa situación horrible de las guarderías que descubrieron donde había una enorme cantidad de niños que no lograron la inteligencia y que parecían todos autistas. Y en realidad eran niños hospitalizados a los que se les daba toda la atención biológica, pero donde no había ningún tipo de estimulación psíquica. Y cuando digo estimulación psíquica que esté claro que es estimulación libidinal, porque si ustedes le hablan a un chico y no lo tocan, nunca -nunca- se va a constituir. En eso Bion tiene razón, que en los primeros tiempos de la vida el objeto y la representación van juntos.
Por un lado yo te diría lo siguiente, el autoerotismo es la forma con la que uno descubre que el objeto no ha quedado reducido a lo autoconservativo. Esto es lo central.
En segundo lugar el autoerotismo marca que hay desadaptación, desadaptación de la naturaleza para que haya adaptación a la vida humana; que esto es lo central, la idea de una perversión o una perturbación de la naturaleza. Por eso digo que hay que hacer con la inteligencia lo que Freud hizo con la sexualidad. Más todavía, la idea con la que yo estoy trabajando es la idea de que la representación antecede al sujeto, y no necesariamente porque sea endógena sino porque es el efecto de una vivencia en la que todavía no hay sujeto capaz de apropiarse.
Y que esta es la gran cuestión del inconciente, su desubjetivación radical. Con lo cual uno no le dice a un paciente que en el fondo lo ama, como si uno fuera un sartreano que piensa que hay una falsa conciencia y en el fondo el inconciente es verdadero. Lo que hay son representaciones de distinto orden, enfrentadas, encontradas, y una enorme cantidad de representaciones que el sujeto psíquico no ha pensado sino que lo habitan.
Cuando alguien dice: “Me apareció una idea loca”, es absurdo decirle: “Eso lo estaba pensando usted y no lo quiere reconocer”. No, hay que ubicar de dónde proviene esa idea.
Esto es la pulsión de muerte -esto es la pulsión de muerte- el efecto de algo que no es subjetivante pero que al mismo tiempo domina a la subjetividad; y tiene que ver con la compulsión, y tiene que ver con el concepto de reminiscencia. Por ejemplo hay un error en el Psicoanálisis de pensar que la huella mnémica es memoria, la memoria es una función, la huella mnémica es una inscripción.
Por ejemplo -y esto es muy común en los chicos psicóticos- vienen y en lugar de contar que les pasó algo, traen un fragmento de la escena. Este chiquito que yo estoy atendiendo, los primeros tiempos se paraba en la sala de espera -hay unas piedras precolombinas, hay un libro- señalaba y decía: “La cueva, la piedra, la caca de ballena”.
Y yo pensaba de qué me habla… hasta que la madre me dijo: “Es de Buscando a Nemo”. Cuando yo ubiqué el contexto en el que se producía esta huella, pude ubicarlo y transformarlo en significante; y tenía que ver con encontrarlo: Buscando a Nemo.
Es interesantísimo porque ahí empezó este juego de buscarle adentro de la boca, y él me respondía con los indicios con los que el pescado viejo le enseña a Nemo cómo protegerse. Es extraordinario.
Pero es imposible hacer una interpretación simbólica, hay que hacer una interpretación abruptiva ahí; volver a reconducir el fragmento al origen y encontrar la significación de por qué se desprendió y cobró esta fuerza libidinal.
Es fantástico porque a veces uno lo encuentra, a veces no lo encuentra, a veces uno lo reconstruye, a veces larga una hipótesis para ver si es. Y esto pasa con el paciente adulto también cuando uno toca niveles que no están atravesados por la represión secundaria; lo que Freud llamó el ombligo del sueño, el anudamiento de lo real tiene que ver con esto. El problema es sacarle el carácter metafísico a lo real. Lo real, lo que no puede no ser y describirse. ¿Me pueden decir quién sabe lo que quiere decir eso? Yo creo que tiene que ver con lo que deja un rastro sin necesariamente ser reconocido por el sujeto. Quiero decir con esto que igual que la alucinación primitiva, que es una recarga de las primeras inscripciones, que no representa el objeto del mundo sino que crea un objeto intrapsíquico porque no es el pecho lo que se inscribe sino los restos de la vivencia de satisfacción; ahí lo que hay es una impronta, una inscripción magmática -diría Castoriadis- no importa…

Intervención: ¿Lo relacionarías con la originaria?

Silvia Bleichmar: Absolutamente, por eso digo que ahí no hay simbolización porque esto ya no remite al objeto, es en sí mismo. Pero es simbolizable, es el origen de toda simbolización posible. Por eso al autoerotismo le doy tanta bolilla, porque el chico que se chupa el dedo ya está con un objeto alucinatorio, representacional, no existente en el mundo, ni autoconservativo. Ya estamos en el plano de la imaginación radical o de la realidad psíquica en sentido estricto.
Yo me pasé años tratando de entender qué quería… no es que todos los días me desvelaba, pero a uno le pasa que lo que no entiende le vuelve periódicamente; me pasó con lo de Bion con el aparato de pensar: ¿cómo se piensan los pensamientos? Ahora me avivé, con qué aparato se piensan los pensamientos que no son pensados por nadie en realidad, sino que anteceden al sujeto pensante como sujeto. Recién ahora lo pude entender, y me pasó lo mismo con cuando Freud dice en “La interpretación de los sueños”: dudaría si los pensamientos de transición son realidad psíquica… ¿De qué habla este hombre?, y está usando el concepto de realidad psíquica en el sentido más ortodoxo de ajeno al sujeto que la produce. Si ustedes quieren, para los antiguos que se quedaron en el ´45, es la idea de que material es todo lo que es ajeno a la conciencia y voluntad de los hombres.
Ahí estamos en las tesis -que algunos viejos conocemos- las tesis sobre Feyerabend donde lo material está definido como la ausencia de subjetividad, de voluntad y conciencia.
Cuando se vuelve a introducir lo volitivo en el inconciente, la conciencia en el inconciente, la subjetividad en el inconciente, es una segunda conciencia, no es más un inconciente, y ahí se anula el descubrimiento freudiano.
Entonces yo estoy en una lucha fuerte por la desubjetivación del inconciente porque creo que en la práctica cambia totalmente el modo de interpretarlo; una cosa es decirle a alguien que en el fondo de su inconciente desea a otro hombre, y otra cosa es señalarle que hay algo que a él se le aparece como una representación deseante de un pene que no sabemos a qué responde, y que lo busquemos. Es muy diferente.
Ustedes se dan cuenta que yo no le estoy diciendo que él tiene otro sujeto que desea otra cosa.
Yo en el libro discuto mucho la idea de homosexualidad inconciente, que tiene la enorme virtud de democratizar el psiquismo, y tiene la enorme desventaja de plantear la identidad en el inconciente. Al decir homosexualidad inconciente uno está diciendo que se puede ser homosexual o heterosexual en el inconciente; y esto es una barbaridad porque el inconciente no se rige por la lógica excluyente, por la lógica aristotélica.
Una cosa es que el inconciente plantee deseos que el sujeto califica como homosexuales o heterosexuales y a partir de esto los reprime; y otra cosa es que en el inconciente sean homosexuales o heterosexuales.
Es el Yo el que le abre la barrera para que pasen y cómo los califica.

Intervención femenina: Vos hablabas de signos, indicios en los que actualmente trabajabas en la interpretación en tratamientos con chicos. Me gustaría que ampliaras esto y que explicaras cuál es la relación; si es la tradicional que nosotros aprendimos de diferencia entre signo y símbolo, y si esto es una ampliación del campo del simbolismo.

Silvia Bleichmar: Llega un punto en que la asociación es imposible, y en ese sentido acá el problema que Freud se plantea de comienzo es qué se hace cuando se detiene la asociación.
Una posibilidad es la interpretación simbólica, a la cual yo me rehuso. Otra posibilidad es la construcción -precisamente- y otra es la abducción.
Cuando Freud plantea la relación entre el bigote del padre y el freno del caballo, eso es una abducción, es de lo particular a lo particular. Él no dice que el freno es el freno que el padre le pone a Hans, “vos le tenés miedo al freno que tu padre te pone”. No sé si les suenan estas huevadas…
Freud simplemente dice: ese caballo que aparece en tu sueño o que aparece en tu síntoma tiene que ver con tu padre en este elemento, este, y este. El carruaje tiene que ver con el viaje a Gmunden y el cuerpo embarazado de la madre. Con lo cual Freud va haciendo una relación de lo parcial a lo parcial.
¿De qué se trata esto?, cuando yo decía que recompuse el fragmento de la caca de ballena, la piedra y todo, y lo resitué en el punto de partida (que a veces uno tiene la suerte de conocerlo, otras veces lo construye) acá viene toda una cuestión que he estado trabajando sobre la relación entre signo de percepción e indicio. El problema que tenemos tanto con la semiótica como con la lingüística, es que parten del sujeto cognoscente constituido; ese es un gran problema.
Mientras que nosotros estamos trabajando con partes del psiquismo que no lo son. Fíjense que este es un problema que arrastramos siempre, cuando Freud dice: Kant se equivocó al plantear que las categorías del entendimiento espacio-tiempo son universales, cuando en el inconciente están ausentes. No, Kant tiene razón y Freud también, Kant está hablando del sujeto cognoscente y Freud está hablando de otra cosa; y es verdad que las categorías espacio temporales no están en el psiquismo del lado del inconciente, pero cuando vos hablás del sujeto de la lógica no podés desconocerlas.
Entonces, volviendo a esto, respecto a la abducción, ¿qué planteo yo?, que hay elementos de realidad psíquica que no han cobrado significación, más allá de que tengan sentido.
¿Qué quiere decir esto?, cuando Freud habla del sentido de los síntomas no dice la significación de los síntomas, el sentido quiere decir: capaz de producir efectos. En las Conferencias del ´14 y del ´15 él habla del sentido de los síntomas, y todos dicen la significación… No, por eso Lacan introduce el concepto de significancia, porque tenés la significación, el sentido. El sentido acá tiene que ver con lo que es capaz de producir efectos. Entonces vos sabés que esto tiene un sentido, no sabés de qué orden, tenés que descubrirlo, tenés que desentrañarlo. El problema es si ese sentido está en el inconciente reprimido, o nunca fue organizado como sentido por el proceso secundario; aunque es capaz de producir efectos.
Esto vale tanto para el Psicoanálisis de niños… por ejemplo, yo cuento en “La Fundación del inconciente” lo siguiente: un niño adoptivo, de repente en la mitad de la sesión algo se fractura y se queda mirando la media en la pierna del analista. ¿Esto tiene relación o no tiene relación con lo anterior?, no necesariamente. Un signo de percepción ha devenido indicio, o uno lo transforma en indicio para encontrar algo.
¿Cuál es la diferencia entre signo de percepción e indicio?, precisamente que el signo de percepción no tiene en sí mismo carácter… bueno, Peirce hace una diferencia entre lo binario, lo terciario, lo unario, pero en realidad el signo de percepción para Peirce es ya desde el sujeto que se interroga. Por eso el paradigma indiciario famoso tiene que ver con que alguien se interroga, Sherlock Holmes, Umberto Eco en “El nombre de la rosa”, pero cuando Sherlock Holmes dice: si esta huella es menos profunda que esta otra, es porque acá pasó un rengo; se está preguntando quién pasó.
Nuestro problema es otro, nuestro problema es por qué esta huella aparece de esta manera cuando yo no tengo la hipótesis que lo liga al interrogante.
Ahí es donde yo planteo que hay signo de percepción, Laplanche está furioso conmigo por lo de signo de percepción, él dice: ¿quién vio un signo de percepción? Pero no importa, ya tenemos las peleas de los matrimonios viejos, ya ni nos peleamos, sonreímos. Pero yo insisto en la idea de signo de percepción porque creo que tiene que ver no sólo con el modelo de la Carta 52, sino con aquello que no queda inscripto en el inconciente como tal, con aquello que no es del orden de lo inconciente ni tampoco de la preconciencia, como dice Freud en la Carta 52.
Un elemento suelto que pasa también en el traumatismo, como aparece en el sueño también. Es un elemento suelto que vos reconstruís en contexto. Eso aparece permanentemente en lo indiciario, con lo cual se marcan los signos de percepción de los traumatismos.
¿Qué es un traumatismo?, lo que el lenguaje no puede capturar en realidad. El traumatismo se produce porque el lenguaje no puede simbolizarlo ni capturarlo, no puede terminar de organizarlo. Con lo cual el traumatismo es un exceso, pero produce efectos. Entonces vos lo que tomás es el elemento, y lo vas a encontrar siempre, y lo encontrás a veces en la asociación.
Cuando yo empecé mi primer análisis -es increíble- mi analista tenía un diván verde… primero me compré un sillón verde (si ustedes piensan que esto es resistencia de transferencia tienen todo el derecho del mundo, porque no compré un diván, compré un sillón verde) pero lo impresionante de esto es que después yo tuve un sueño donde aparecía mi casa de la infancia, y ahí recordé algo que no recordaba: cuando yo era niña el cuarto de mi infancia estaba pintado de verde pálido -¿vieron que tenían una guarda antiguamente?- y la mitad inferior de la pared era verde pálido. Y entonces en el sueño aparecía el elemento verde pálido, resto metonímico -acá viene la cuestión- no metafórico; que devenía metafórico por la transferencia en la medida en que podía ser no solamente desplazado sino sustituido.
Pero al mismo tiempo yo tuve otro sueño donde había un cajón que se quemaba, de una persona que yo quise mucho y que había muerto, y encima sobre el cajón había una cruz. Y mi analista me lo interpretó como un sueño de transferencia, el cajón no se quemaba en medio del fuego porque la cruz lo protegía, ¿quién era la cruz?, mi analista, que era un cristiano, y entonces él lo interpretó metafóricamente, no metonímicamente.

Intervención femenina: Silvia, ¿y si hubieras tenido una alucinación con algo verde?

Silvia Bleichmar: Depende, en cualquiera de los dos sentidos. Lo puedo entender como una producción psíquica o lo puedo entender… y acá viene la idea de lo forcluido, la diferencia es que yo pienso que se inscribe, no que no se inscribe. Lo que pasa es que no se transcribe. Y Lacan parte de la idea de que no se inscribe porque la suficiencia del significante no le permite pensar en un registro que no sea lenguajero. El punto está ahí, entonces yo pienso que se inscribe pero no en términos lenguajeros; y entonces no es transcribible.
Pero ahí sí, en la alucinación aparece. Ahí es donde para mí vale el concepto de forclusión, pero con una diferencia: se produce por exceso y no por falta. Para mí el problema del lacanismo -el problema central teórico, filosófico- es cómo se inscribe lo que nunca existió, cómo produce efectos. Y yo soy materialista, a mí no me vengan con eso: “es la falta del objeto”. No, es el exceso del objeto lo que produce la representación, pero cuando el objeto falta la representación se activa. Y el objeto va a faltar siempre -y acá Lacan tiene razón- no solamente porque en las nuevas experiencias el objeto no va a ser el mismo sino que se perdió en el momento de inscribirse, es totalmente válida esa formulación pero yo recién ahora la entiendo; porque hasta hace unos años yo entendía la música y no la letra. Quiero decir que la podía repetir pero no entendía de qué hablaba el hombre, y ahora me avivé… aunque no sé si hablaba de esto, siempre me peleo con Laplanche porque cuando yo digo que él habla de algo, él dice que es otra cosa, y como Lacan se murió no sabemos. Pero el tema con que Lacan analiza esto es fantástico, porque él intenta recomponer la relación con lo real. Lo que pasa es que lo real eficiente para él es el significante y no la fuerza libidinal, ahí yo soy freudiana, es la fuerza libidinal el real eficiente; el significante viene a articularlo después, viene a sostenerlo, y acá es donde yo pienso que el verdadero malestar en la cultura es la imposibilidad que tiene el lenguaje de subsumir la totalidad de la vivencia, que ahí está la angustia.
Entonces es verdad que la angustia se produce por una insuficiencia del significante, pero se produce por una insuficiencia del significante porque hay un exceso de la libido.
Yo en “La subjetividad en riesgo” desarrollo una serie de cosas sobre el malestar y toda una serie de cuestiones. De todos modos yo creo que la explicación psicoanalítica sobre el malestar social es absolutamente inaceptable, salvo que uno entienda -y acá viene lo interesante de la propuesta psicoanalítica- que lo que lleva a que los seres humanos sean infelices no es la carencia en sí misma, sino la representación de la carencia. Esto es lo fundamental que el Psicoanálisis tiene para aportar, y que lo que nosotros encontramos hoy en la Argentina no es el efecto del hambre en sí mismo, sino el resentimiento por las promesas incumplidas.
Entonces el Psicoanálisis tiene muchísimo para decir en ruptura con la autoconservación, pero no como suficiencia de la explicación; esto me parece importantísimo, a lo que no podemos renunciar es al orden libidinal como estructurante del malestar.
Entonces tanto el materialismo vulgar, que piensa que el problema surge de la carencia… bueno, el materialismo vulgar se sostiene en el reino de la necesidad y no en el reino del deseo, ese es el gran problema.
No en Marx, porque en Marx el concepto de fuerza de trabajo está planteado de otra manera; estoy hablando de la forma en que se entendió en los movimientos sociales posteriores. “El hambre produce esto”. No, a los indígenas se les mueren los chicos de hambre, y nunca se les ocurrió levantarse hasta ahora. Entonces el Psicoanálisis es un orden de explicación extraordinario, siempre que uno ubique las mediaciones y no diga pavadas: no explique la guerra por la pulsión de muerte; eso es patético.
Ahora que el narcisismo entra en la cuestión del poder como cuestión central, no hay duda. Si hay una sociedad que lo muestra brutalmente es la nuestra. La cantidad de porquerías que se compran para tener estatus. Perdón si alguien tiene una cartera de Louis Vuitton, pero yo no sé si ustedes saben que hay millones en el mundo. Más, Versace hacía su propia mercadería trucha, ¿sabían?, y la vendía el desgraciado… ¡era genial! Pero acá viene todo lo que nosotros podemos aportar, siempre y cuando trabajemos las mediaciones.
Muchas gracias por escucharme y aguantarme… (aplausos y corte final).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Enquire now

Give us a call or fill in the form below and we will contact you. We endeavor to answer all inquiries within 24 hours on business days.