XII Congreso Latinoamericano de FLAPIA – La sexualidad infantil a 100 años de su reconocimiento
El título de partida propone de inicio una interrogación acerca de cuáles son los conceptos que han permanecido desde el descubrimiento psicoanalítico de los modos de la sexualidad infantil, diferenciándolos de aquellas cuestiones que han variado a lo largo de este siglo.
Sabemos que trabajar con cierto nivel de cientificidad en el proceso clínico tanto como en la etapa diagnóstica supone la definición de paradigmas que tengan cierta permanencia. Esto constituye un nivel de necesariedad de cualquier práctica en la racionalidad que la sostiene. Para que esto sea posible en nuestro propio campo, debemos diferenciar entre aquellos enunciados que se conservan dogmáticamente y los que se sostienen necesariamente.
Señalemos de inicio, para aludir a los cambios transcurridos a lo largo del siglo que termina, que hablar de constitución de la subjetividad no es lo mismo que aludir a la constitución del psiquismo: La producción de subjetividad es del orden histórico, social y político; alude a los modos con los que cada sociedad determina las formas con las cuales un sujeto se constituye como sujeto social y se inserta en el mundo en el que le toca vivir. La constitución del psiquismo, por su parte, intenta cercar un conjunto de variables que implican cierta universalidad, cuya permanencia se sostiene más allá de ciertos cambios en la producción de sujetos históricos. Veamos cómo para trabajar sobre estas transformaciones es necesario entonces tomar las cuestiones relativas a la constitución del psiquismo y considerar su de relativa superposición y diferenciación con la producción de subjetividad
Es indudable que cuestiones que, indudablemente, han cambiado desde los tiempos de descubrimiento de la sexualidad infantil como objeto de conocimiento. La sexualidad actual se caracteriza por el estallido de su relación de contigüidad con la procreación, lo cual confirma el paradigma del psicoanálisis en cuanto a considerar que la sexualidad no es del orden del instinto sino del orden del placer, no subordinable a la autoconservación ni a la reproducción.
Una confirmación en el marco de esta gran transformación no sólo nos otorga el derecho sino que nos obliga, en cierto modo, a reafirmar los aciertos y a revisar las impasses que los limitan. Tomaré tres de ellos para circunscribir mi intervención:
1.- La extensión del concepto de sexualidad a la vida no genital: es muy importante volver a recuperar el concepto de sexualidad infantil en términos de placer que no se reduce a la autoconservación, y salvarla de la banalización que pretende reducirla a la genitalización precoz; se trata del estallido de los modos naturales de la autoconservación a partir del hecho que el mundo queda atravesado por líneas de fuerza que no son reductibles a la autoconservación y que incluso, a lo largo de toda la vida, entran en contradicción con la vicariancia que lleva al yo a tomar a cargo la defensa de la vida. Se trata de la constitución de un mundo humano en su desgajamiento y reencuentro con la naturaleza a partir de la constitución de sistemas de representaciones que no son reductibles a esta última. En este sentido, la sexualidad es constitutiva de la vida representacional del ser humano.
2.- Polimorfismo perverso infantil como un modo de ejercicio de la sexualidad infantil que conlleva una potencialidad de perversión en el ser humano. Sin embargo, es necesario no confundir el polimorfismo perverso con la indiferenciación de género: esta última antecede a la diferencia sexual anatómica. En un comienzo, el género no está atravesado por la diferencia sexual anatómica; está determinado por los modos con los que cada cultura organiza las premisas que hacen que alguien sea hombre o mujer – lo “natural” del hombre es profundamente arbitrario. Uno de los riesgos más serios que tiene el desarrollo que ha tomado la categoría de género actualmente es la tendencia a emplazar el sexo del lado de lo biológico y el género del lado de lo social, olvidando que entre uno y otro se constituyen las representaciones sexuales que tanto la sexualidad ampliada como las relaciones entre los sexos. Los trastornos de la identidad de género no son del orden de la perversión, así como no lo es la homosexualidad, ni las formas consensuadas con las cuales los seres humanos resuelven su encuentro en la resolución de los destinos del placer . Cómo redefinir el problema de la perversión, hoy? Considero que las variables presentes en la definición clásica tanto con relación al complejo de castración como a la dominancia de las zonas erógenas llamadas pre-genitales, es muy poco defendible. Por el contrario, considero que la afirmación freudiana que ubica a la perversión como el negativo de la neurosis, sigue siendo de una enorme fecundidad; siempre y cuando pongamos en el centro el hecho de que el ejercicio de la pulsión no integrada en los componentes amorosos, no ligada, da cuenta del fracaso de la intersubjetividad.
Lo que caracteriza a la perversión es la desubjetivización y el carácter parcializado que el otro cumple como lugar de goce. Formulado de este modo, el concepto de perversión puede ser repensado en términos de infancia, porque la ausencia de renuncias pulsionales primarias en la infancia marca el rehusamiento del niño a dejar de lado ciertas formas de placer por amor al otro. La represión opera en un tiempo segundo en relación a este rehusamiento. El sadismo infantil está mitigado y ligado por el reconocimiento del objeto.
3.- El tercer elemento que quiero señalar como acierto y también como impasse es el que remite al descubrimiento del Complejo de Edipo; este es indudablemente el eje ordenador del amor al semejante, pero no por ello deja de ser también un mito histórico que forma parte en la constitución de la subjetividad en cierto momento de la historia. El modelo de familia que conocemos está en mutación; nos vemos enfrentados a nuevas formas de engendramiento y de procreación, desconocidas hasta la actualidad. Rota la relación entre procreación y sexualidad, no hay ninguna razón por la que la gente tenga hijos; salvo porque quieren, por angustia de muerte, deseo de trascendencia y necesidad de amar a otro. Esto confirma el acierto del psicoanálisis al haber planteado, desde sus comienzos, que aquello que motoriza las formas deseantes de la procreación no tiene nada que ver con la sexualidad animal, natural, sino con una forma de la sexualidad que es la sexualidad sublimatoria, amorosa, ligada al narcisismo. Una vez que ha entrado en estallido el instinto por la presencia de la sexualidad pulsional implantada por los cuidados precoces otorgados a la cría, el deseo de procreación es una sofisticada y compleja resultante de los sistemas representacionales de los seres humanos. Las nuevas formas de procreación marcan así tanto el acierto del psicoanálisis en cuanto a haber afirmado que el deseo de hijo no es un deseo instintivo, pero obligan a su vez a una revisión de los modos tradicionales con los cuales el complejo de Edipo como mito fundador da cuenta de un modo de constitución de la subjetividad históricamente determinado, que debe ser desprendido de los elementos de universalidad que guarda: asimetría sexual y simbólica del niño y el adulto, prematuración de la cría humana como efecto de la presencia de la sexualidad inconciente del adulto, ligazón amorosa al adulto como forma de reengarzamiento y sublimación del deseo pulsional.
Siendo el niño parasitado sexual y simbólicamente por el adulto, en la medida en que éste introduce formas de la sexualidad en todos los cuidados precoces que le brinda, podemos reformular el Edipo como la prohibición que toda cultura ejerce respecto a la apropiación del cuerpo del niño como lugar de goce del adulto. Esta reformulación del Edipo sostiene al mismo tiempo lo central de la prohibición en el interior de la asimetría sexual y simbólica inter-generacional, reubicando al mismo tiempo el carácter fundante de la prohibición como lugar generador del fantasma infantil.
La hipocresía sexual retorna en nuestra cultura bajo los modos que se propician hoy de diagnóstico y medicación de los niños: vemos a una enorme cantidad de ellos hiperactivos e insatisfechos como efecto de la sobreexcitación precoz a la cual son sometidos tanto a través de los medios como de las diversas situaciones que se ven obligados a compartir de la sexualidad adulta, en un estado de impreparación tanto simbólico como biológico. Diagnosticados como hiperkinéticos o trastornos de disfunción atencional -ADD-, medicados y cosificados, la consecuencia más grave consiste en la enorme cantidad de inteligencia que se desperdicia, y la postergación de verdaderas vías de resolución de patología; postergación cuyas graves consecuencias vuelven constantemente en los fracasos de la escolaridad y de la vida social en general, debido a que las medicaciones ofrecidas y los tratamientos aplacatorios desconocen, se rehúsan a explorar las causas de este verdadero movimiento de arrasamiento por el cual atraviesan los niños sometidos a la sobre-violencia sexual, aún cuando sólo sea virtual, de los adultos, hiperkinéticos y se los medica , perdiendo de vista que la excitación no ligable produce trastornos de carácter y trastornos de conducta.
Debemos entonces volver a poner en el centro de los paradigmas con los que trabajamos tanto la recomposición del concepto de sexualidad infantil en sus dos vertientes: como sexualidad que antecediendo a la genitalidad conserva un estatuto de para-genital, insubordinable aún cuando sea reprimible, a la reunificación genital, y por otra, como sexualidad anticipada, prematurada, a partir del lugar que la sexualidad del adulto el adulto ocupa en la constitución del psiquismo infantil. A partir de ello, debemos ir redefiniendo en nuestros diagnósticos los riesgos y posibilidades futuras del niño, y ello no sólo en lo que hace específicamente a la sexualidad, sino al modo con el cual se va a establecer- a partir de esta materialidad psíquica particular que la constituye- el conjunto de los sistemas representacionales en su densidad simbólica en la perspectiva futura que los atraviesa.
Articulos
- “Subjetividad en riesgo: herramientas para el rescate”. GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES – 2005
- “La Argentina es un país con sentimiento de orfandad” PERFIL.COM – 2006
- XII Congreso Latinoamericano de FLAPIA – La sexualidad infantil a 100 años de su reconocimiento
- La Conversación. LA PENSADORA NACIONAL – CARAS Y CARETAS – Septiembre 2007
- Jean Laplanche: un recorrido en Problemáticas